Veinticuatro de diciembre. Nochebuena para el mundo cristiano. Para un abuelo cargado de años y de nietos es una fecha en que los recuerdos, como un torrente desbordado, inundan su mente y estallan como un cohete en mil chispas multicolores: creencia, familia, tradiciones...
Uno rememora momentos vividos y que han dejado huella en su espíritu y ahora, después de tantos años, resurgen y ayudan a sobrellevar y a sacudirse con alegría y esperanza el polvo del camino.
Estos recuerdos , no lo dudo, harán sonreir a mis nietos , de modo especial a los más críticos, pero sé, tampoco lo dudo, que les ayudará a conocer el pasado y a acrecentar el cariño por sus abuelos.
LA CENA DE NOCHEBUENA. La familia reunida. La mesa junto al hogar bajo. Calor por un lado. Frío por el lado opuesto. A veces humo. Cena frugal sin grandes dispendios. Pero amor impregnándolo todo. Y por fin lo más esperado: el turrón. En especial el turrón de Cádiz. Cuatro trozos iguales y dos más pequeños.
LA MISA DE GALLO. ¿Qué será ¿ ¿La misa a medianoche? Y por fin pude asistir. Mucha gente: Niños, mujeres y ...hombres, también muchos hombres incluso aquellos que no frecuentaban la iglesia. Y un día fui monaguillo.
EL PONCHE. Cuando tuvimos edad para ello, mi padre preparaba el ponche que tomábamos después de la Misa de gallo. Vino hervido y quemado. Azúcar. Frutos secos. Trocitos de manzana. No había nada mejor: una delicia. EL BELEN. Desde Navidad a Reyes era obligado visitar el Belén parroquial, el Belén de las religiosas carmelitas, los belenes de algunas casas particulares. ¿Cuál es el más grande? ¿Cuál el más bonito? ¿En cuál había más figuras? Cuestiones infantiles, intrascendentes, pero iba calando el espíritu de la Navidad.
Uno rememora momentos vividos y que han dejado huella en su espíritu y ahora, después de tantos años, resurgen y ayudan a sobrellevar y a sacudirse con alegría y esperanza el polvo del camino.
Estos recuerdos , no lo dudo, harán sonreir a mis nietos , de modo especial a los más críticos, pero sé, tampoco lo dudo, que les ayudará a conocer el pasado y a acrecentar el cariño por sus abuelos.
LA CENA DE NOCHEBUENA. La familia reunida. La mesa junto al hogar bajo. Calor por un lado. Frío por el lado opuesto. A veces humo. Cena frugal sin grandes dispendios. Pero amor impregnándolo todo. Y por fin lo más esperado: el turrón. En especial el turrón de Cádiz. Cuatro trozos iguales y dos más pequeños.
LA MISA DE GALLO. ¿Qué será ¿ ¿La misa a medianoche? Y por fin pude asistir. Mucha gente: Niños, mujeres y ...hombres, también muchos hombres incluso aquellos que no frecuentaban la iglesia. Y un día fui monaguillo.
EL PONCHE. Cuando tuvimos edad para ello, mi padre preparaba el ponche que tomábamos después de la Misa de gallo. Vino hervido y quemado. Azúcar. Frutos secos. Trocitos de manzana. No había nada mejor: una delicia. EL BELEN. Desde Navidad a Reyes era obligado visitar el Belén parroquial, el Belén de las religiosas carmelitas, los belenes de algunas casas particulares. ¿Cuál es el más grande? ¿Cuál el más bonito? ¿En cuál había más figuras? Cuestiones infantiles, intrascendentes, pero iba calando el espíritu de la Navidad.
Impresionante. Por fin un auténtico post del abuelito. Nada de políticas. Sus recuerdos, con un inicio poético...
ResponderEliminarRecuerdos que algunos muy cercanos no conocíamos pero que demuestran que este blog era necesario para que tanta sabiduría no quedara en el olvido.
Quizá tus queridos nietos se contenten con reivindicar la costumbre del ponche (lo que sea comer y beber...) No sé si reivindicarán también la Misa del Gallo...
Y sobre todo esa lección estupenda de cómo van calando las cosas. Una de tus hijas tiene unos cuantos ppt sobre la educación por inmersión...
Desde aquí, feliz Navidad y gracias por esa nochebuena de un abuelo
¡Me se han posao los pelos de punta! Que vivencias, que acontecimientos y que narrativa ¡así da gusto recibir al niño Jesús!
ResponderEliminarPablo Escánez. (No me deja cambiar el usuario)