La niña aquella crecía y satisfacía las ansias maternales más primarias:el aumento de algunos gramos en la costatación frecuente del peso de la criatura, si bien con la ayuda de algún complejo vitamínico recomendado por los estamentos médicos.
Los padres y el "abue" gozábamos con sus primeras gracias y ella se sentía feliz en el trono filial todavía no compartido.
Desconozco el número de habitantes de la Colonia cuando llegamos a Seira,pero sí sé que teníamos más de 20 alumnos por clase.
La abuela impartía sus enseñanzas en la casa ubicada en la placita del cuartel , mientras que yo lo hacía en el local que hoy sirve de almacén del Centro Recreativo. Pronto dieron comienzo las obras de construcción de las
nuevas escuelas y de las casas-vivienda de los maestros donde anteriormente
había existido el edificio de una escuela mixta.
El horario de las clases era de 9 a 1 y de 3 a 5. El rigor del invierno pirenaico
incrementado por la falta de insolación aconsejaba esa distribución de las horas lectivas. No obstante, la temperatura en las aulas era muy agradable gra-
cias las estufas eléctricas que desde octubre hasta mayo no cesaban de impartir su calor reconfortante.
Todavía recuerdo algunos de los nombres de alumnas y alumnos más veteranos y que hoy son respetables padres de familia y alguno (desconozco
el dato) ostente ya el respetable título de abuelo. Entre estos veteranos vienen a mi mermada facultad retentiva nombres tales como Pili Guillén (hermana de Gema), Ana Mary Goicoechea, Estrellita de Cereza, Pili Canals, una chica de Arnal, Marité del Mesón entre las chicas y José Mª Palacín, Pepito Turmo, Josué del Mesón, Pepito Flores, un chico de casa Portaspana, Miguel Angel Garanto entre el género masculino. Por aquel entonces había un buen número de alumnos hijos de los guardias civiles que prestaban seervicio en Seira.
En años sucesivos se fueron incorporando muchos chicos y chicas más conocidos por mis lectores a muchos de los cuales impartí clases de bachillerato
en horario no oficial y que hoy están ocupando puestos de responsabilidad.
Desde el primer momento nuestro trabajo profesional estuvo movido por dos
principios fundamentales: cariño y exigencia.
Nuestra vida familiar seguía por cauces de paz, tranquilidad, equilibrio, calma, hasta que Dª Pilar empezó a sentir desasosiego, intranquilidad,desazón,
alteración de sus constantes renales...Esperábamos nuestro segundo hijo.s